jueves, 12 de agosto de 2010

EXTRA: El asesino del Zodiaco PRIMERA PARTE

Durante los años 60 un extraño personaje sembró el pánico en el norte de California durante varios meses. Algunos lo bautizaron como “el Jack el Destripador del S.XX” ya que escribió varias cartas a la prensa, algunas cifradas y, a pesar de las posibilidades que dichas misivas podían ofrecer, su identidad sigue siendo una incógnita a día de hoy. Incluso el número exacto de víctimas es aún un misterio.

De hecho, las avanzadas tecnologías en la actualidad no han hecho más que sembrar aún más dudas sobre el autor de los crímenes de la bahía de California; los análisis del ADN encontrado en las cartas solo han servido para descartar a los sospechosos de aquellos asesinatos; se barajaron 2500 sospechosos en un periodo de años.

Los medios de comunicación jugaron un importante papel, y la gente llegó a emitir mensajes haciéndose pasar por él, e incluso inventaron ser víctimas del personaje para ganar, quizá, unos minutos de efímera fama. En algunas ciudades se llegó a implantar el toque de queda, para que todos los ciudadanos permanecieran en sus casas a partir de las 10 PM…
Pero para conocer mejor esta sorprendente historia debemos empezar por donde es debido…

PRIMER ASESINATO:
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Viernes, 20 de diciembre de 1968. Hacia las 11 PM. Condado de Vallejo.
David Arthur Faraday y Betty Lou Jensen circulan por la carretera del lago Herman, para estacionar en una zona que muchas parejas jóvenes como ellos conocen casi a la perfección por ser un lugar alejado y solitario en el que poder buscar intimidad. Tienen 17 y 16 años respectivamente. Y desafortunadamente, esa misma noche, el tiempo se congelaría eternamente para ellos.
Todo lo que allí aconteció en esos momentos es a día de hoy tan oscuro como aquella fría noche de diciembre. Ninguna pista, ningún testigo, ningún indicio… Como si la negrura invernal se los hubiera tragado a todos.

(FOTO: Las 2 primeras victimas David F. y Vetty J.)


Tan solo los cadáveres de aquellos dos jóvenes que habían acudido al lugar para pasar una velada nocturna. David Arthur Faraday presentaba un disparo del calibre 22 en la cabeza, mientras que Betty Lou Jensen presentaba cinco disparos del mismo calibre en su espalda.

La policía dedujo, no con dificultad, que mientras el extraño desconocido disparaba contra la primera víctima, Betty Lou intentó escapar; razón por la que esta última presentaba los disparos en la espalda y, además, con tal ensañamiento.

Así, la policía apenas tenía indicios para iniciar una investigación; los familiares aseguraron que nadie tendría razones para hacer aquello, y lo único que pudo sacarse en claro aquella noche es que el que perpetuó aquellos asesinatos sabía manejar bien el armamento.

Y cuando las suposiciones apuntaban hacia el crimen pasional, alguien volvió a disparar en la madrugada…

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